La mirada en el tragaluz y aún más allá; como queriendo subir más alto, siempre más alto.
Desde hace milenios los humanos construimos nuestras casas en regiones infestadas de intrigas, pasiones y enfrentamientos. Lugares demasiado expuestos a los vientos y las tempestades. Quizá por eso nunca conseguimos resolver verdaderamente nuestros problemas.
Dicen los sabios, los verdaderamente sabios, que hay que mudarse arriba, a los pisos superiores. A las regiones donde reinan la inteligencia y el amor verdaderos porque solo allí dispondremos de todos los medios para actuar. Siempre tendremos que afrontar los torbellinos y las tribulaciones de la vida, pero como nuestra habitación, la verdadera, ya no estará ahí, acabaremos triunfando sobre los elementos.
Poner la mirada en el tragaluz, y aún más allá, es querer instalarse en las regiones donde los opuestos desaparecen y la plenitud se puede acariciar con los dedos.
Subir más alto, siempre más alto.